En “Marilyn Monroe. La última sesión”, la editorial Electa ofrece, a lo largo de 125 páginas, una muestra de esta serie de más de 2.500 fotografías, que “Vogue” censuró en su día por considerarlas demasiado “espontáneas”, lo que obligó al fotógrafo, Bert Stern, a realizar una segunda sesión, con la actriz ya vestida, para poder publicarlas. Una cicatriz deja al descubierto al mito.
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